Nacido el 5 de octubre de 1887, en Buenos Aires y fallecido en la misma ciudad el 26 de febrero de 1951. En 1912 comenzó su formación en pintura. Mientras se ganaba la vida realizando otras actividades, tomó lecciones en la Sociedad de la Unión de La Boca. Allí, también concurrieron Benito Quinquela Martín y Arturo Maresca. Su maestro fue el pintor italiano Alfredo Lazzari. En 1913 abandonó el taller y la necesidad de un tutor. En 1919 envió, por primera vez, sus obras al Salón Nacional. Desde entonces asistió a s salones nacionales, provinciales y municipales. A partir de sus variadas costumbres, tradiciones e ideologías, La Boca fue constituyéndose en un barrio de fisonomía particular, a diferencia de a otros sectores de Buenos Aires. En sus comienzos recibió el afincamiento de varios grupos étnicos: españoles, rusos, polacos, croatas, griegos e italianos. Su aspecto pintoresco estuvo dado por el paisaje ribereño: barcos de trabajo y botes anclados en las orillas del Riachuelo. Puentes y grúas, casas de chapa, mampostería de colores, y calles de aceras altas, estrechas y desniveladas. El barrio de La Boca forjó su propia identidad, la cual se vio reflejada en la actividad de instituciones culturales, mutuales y asociaciones. Entre ellas, el grupo El Bermellón, el Ateneo Popular de la Boca y la agrupación Gente de Arte y Letras Impulso, creada en 1940 por el mismo Fortunato Lacamera. También hubo importantes publicaciones literarias y estéticas al respecto, las cuales proliferaron durante las primeras décadas del siglo veinte. Junto con Miguel Carlos Victorica, Benito Quinquela Martín, Eugenio Daneri, Miguel Diomede y Víctor Cúnsolo, entre otros, integró el conjunto conocido como pintores de La Boca. Todos ellos vivieron y trabajaron en dicho barrio, plasmando en sus telas los aspectos de la ribera del Riachuelo, siendo tal circunstancia la que los identificó como grupo. En sus comienzos, Lacamera representó escenas al aire libre, rincones típicos, el Riachuelo y el paisaje aledaño, con pinceladas cortas, contrastes lumínicos y colores vibrantes. A partir de la década de los años 1930 pintó imágenes cada vez más sintéticas de la realidad. Las naturalezas muertas y los interiores mostraron el reducido tema que veía a través de la ventana del estudio. En esos cuadros, el paisaje boquense interactúa con el primer plano de los objetos del taller. Su paleta se tornó cada vez más oscura y austera, utilizando grises, ocres, verdes y marrones. Asimismo, su pincelada se volvió más translúcida y menos matérica. En algunas obras, el espacio de la tela fue invadido por una luz clara, filtrada por algún intersticio de la ventana del taller. De esa manera, el contraluz y la incidencia de la luz en los objetos comenzaron a formar parte de las temáticas, a las que el pintor les dedicó estudio y experimentación. En sus representaciones se pueden visualizar objetos de uso cotidiano realizados con un dibujo preciso y mensurado, de contornos definidos, y estructura nítida. También empleó potentes claroscuros, planos lisos, gamas bajas de ocres y grises. Con esos elementos le dio a sus obras un tratamiento espacial que respeta las ortogonales y acentúa la sugestión intimista de las composiciones, creando una atmósfera de equilibrio y reposo. Un mundo silencioso, quieto y solitario. En julio de 1950 realizó, en la Galería Antú, su última muestra individual en la que exhibió marinas y naturalezas muertas al óleo. Además del ejercicio plástico, se desempeñó como docente en la Escuela Técnica de Oficios N°4. Obtuvo Primer Premio de la Asociación Estímulo de Bellas Artes en el Primer Salón Nacional en 1929, Primer Premio Asociación Estímulo de Bellas Artes en 1930, Premio de Acuarelistas en 1936, Segundo Premio en el 26° Salón Anual de Santa Fe en 1949, Primer Premio en el 27° Salón Anual de Santa Fe, y Premio Eduardo Sivori en el Salón Nacional de Bellas Artes 1950. Museo Municipal de Bellas Artes Juan B Castagnino..-