Vidal Barros, Manuel (1907-1976)

RETRATO DE ALFREDO LAZZARI - 1975
RETRATO DE QUINQUELA MARTIN - 1975

Nació en Bayona, España en 12 de noviembre de 1907 y falleció en Buenos Aires el 1 de agosto de 1976. Se radicó en Argentina en 1910, optando por la ciudadanía en 1950. Actor de teatro bajo el seudónimo de Alberto Deartes, estudió música, canto y guitarra. Discípulo en dibujo de José Martorell y en pintura de Angel Domingo Vena, Carlos Delgado Roustán y Oscar Vaz. Su primera exhibición individual fue realizada en 1952 en las Salas Nacionales de Exposición y desde de allí, expuso en el Ateneo Popular de la Boca, Salón Municipal de Buenos Aires en 1950 y 1951, Salón de Arte Obrero en 1951, galerías La Gruta Azul de La Boca, Serra, Argentina, Velázquez, Victorica, Suipacha, Kaperotxipi y Rubinstein de Mar del Plata, Ross y Renom de Rosario, Apia de Bahía Blanca y en la Fundación Peire de Buenos Aires. Obtuvo Medalla de Plata en el Salón Ministerio de Trabajo en 1950, Premio Ministerio de Trabajo en el Salón de la Caja de Ahorro Postal en 1951, Diploma de Honor en el Salón de Las Rosas, provincia de Santa Fe en 1952, Medalla de Plata en el Salón del Ateneo Popular de La Boca en 1953, Diploma de Honor en el Salón de Marinistas del Centro Naval en 1954, Primera Mención de Honor en el Salón de la Asociación Hogar Policial en 1960, Segundo Premio en el Salón de la Asociación de Fomento Avenida San Martín en 1960, Primer Premio en el Salón de Flors Club en 1960, Premio Estímulo en el Salón del Concejo Deliberante de Buenos Aires en 1963, Segundo Premio y Medalla de Plata en el Salón de Marinistas del Centro Naval en 1968, Primer Premio Barrio de San Telmo en 1973 y Medalla de Plata en el Salón de Arte Peire en 1975. Plasmó en sus obras paisajes urbanos, suburbanos y del campo argentino, típicas escenas y vistas de Buenos Aires actual y del ayer, panoramas portuarios y marinas, la figura humana con escasa participación y la figura del caballo, en escenas laborales citadinas y del campo. Su pintura pertenece al mundo de las voces que invocan llamados para una devolución de cosas. Convocado de amor al misterio, aparentemente simple de su poesía, Vidal Barros, que es búsqueda, y no ausente de la cuota de alucinación, al devolvernos, con forma y color, tiempos de un tiempo, dicta un viaje hacia y hasta la religión de una destruida edad. Arquitecto de la ausencia, así llamado, puesto que en la mística de su pintura, que es poesía, hay una información de barrio sucedido y de ciudad. Decir que actúa en el meridiano de una memoria de lo vivido y lo pactado, es reconocer su posición, conducta con el enfrentamiento de amor hacia el hombre y el mundo que poseyera. Su mundo es la expresión y su fiebre el mensaje. Pintor que para decir necesita decirse. Llamado al trabajo de recuperabilidades, con el singularismo que conversa del mérito de su personalidad, expresa con técnica de creador y virtudes de hombre, su honda pasión del inquilino y transeúnte de una ciudad que se ha diluido como si su destino fuera agua que pasa. Manuel Vidal Barros, que pinta su puntura, alcanza a ser voz para contarnos el monólogo de sus corralones, sus caballos increíbles de fidelidad, sus muros que una vez contaron historias, sus ángulos, que en un tiempo tuvieron leyendas. Su pintura cabe en una lágrima, Julián Centeya. Del dorso de una de sus obras. Diccionario de Artistas Plásticos de Argentina de Adrián Merlino, Edición del Autor, Buenos Aires 1954.

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