Catello Aitro nació en Italia en el año 1868, el primer registro encontrado en nuestro país hasta el momento es el certificado de bautismo de dos de sus hijas en el año 1895 donde ya figura asentado en la ciudad de Buenos Aires con domicilio en la calle Garibaldi 1381/1383 y casado con María D’arco, argentina y cuatro años menor.
María y Catello tienen al menos tres hijas, el 28 de Julio de 1894 nace Lucia Rosa, el 13 de Septiembre de 1895 Julia Matilde, ambas niñas son bautizadas el 19 de Octubre de 1895 en la Parroquia San Juan Evangelista y el 17 de Abril de 1897 nace Edelmira Rosario, bautizada en la misma parroquia el 19 de Junio de 1897, en este último certificado se hace mención a que Catello tiene 29 años y es originario de Italia y de ahí se concluye su año de nacimiento y nacionalidad.
Otro dato importante que surge de los certificados de Bautismo es que uno de los padrinos de la familia de Catello es Miguel Aitro, reafirmando que el nombre es Catello y el apellido Aitro, esto es relevante ya que en los tres certificados de bautismo su nombre fue escrito al revés y en uno de ellos se encuentra mal escrito también el apellido de María como “Narco”.
La Lechuza – Máquinas Automáticas:
“La Lechuza” es el nombre de fantasía que el italiano Catello Aitro le asigna a su empresa la cual importa máquinas automáticas operadas a monedas desde los Estados Unidos.
Ilustramos en la figura una publicación típica de la época de Catello Aitro (Revista Caras y Caretas), quien importaba estas máquinas de Chicago, para ser utilizadas en distintos comercios para el uso del público. En sus comienzos esta empresa fabricaba máquinas expendedoras de cigarros y luego de apuestas estilo ruleta con su máquina La Lechuza (The Owl).
Si bien es una teoría, creemos que estas fichas eran utilizadas en reemplazo de las monedas de 20 centavos para realizar apuestas sin incumplir la ley de juego de azar que prohibía este tipo de juegos de apuestas. Con el pasar de los años la empresa comenzó a fabricar otros modelos, algunos musicales, pero todos los publicados por Catello Aitro en las revistas de la época son máquinas de apuestas.
Durante años funcionaron las máquinas de azar con toda normalidad en bares y establecimientos públicos tanto de Europa como de Estados Unidos y Argentina. No obstante, en las primeras décadas del siglo pasado, las regulaciones prohibitivas se incrementan abarcando un universo de prácticas lúdicas con máquinas que no se reduce a los tragamonedas, sino que extiende la sospecha a todo el maquinismo. Ana Cecchi (2012) ha encontrado en los archivos de los Talleres de la Policía Federal de 1912, el secuestro de elementos de juego. Allí aparecen como parte de la redada tanto una máquina expendedora como una máquina de juegos de azar que los porteños comenzarían a llamar “La Lechuza”; y un tercer artefacto que se trata, según el pié de foto, de un “billar internacional”. Posiblemente es una bagatela usada para las apuestas, en todo caso subraya la diversidad de las prácticas lúdicas que comenzarían a caer bajo la lupa del control estatal. Muchos de estos juegos y sus fichas serían ingresadas por casas comerciales como Catello Aitro y Fontán & Cairo.
Pero, como puede suponerse, la clandestinidad de los juegos de azar, que excede a este conjunto de máquinas y está inscripta en el corazón mismo de los garitos ilegales porteños, no dejará de incidir sobre la concepción de estos artefactos. A partir de la década de 1910, serían prohibidas en varias partes del mundo como España o Estados Unidos (Fontbona, 2008). De hecho, en la tierra que las vio florecer, la popularidad de estas máquinas adquiere una creciente respuesta negativa pues eran concebidas como verdaderas estafas a los usuarios.
“En los negocios de esa clase de los barrios populares y zonas suburbanas de la Capital se han instalado aparatos que los parroquianos en su lenguaje típico denominan “lechuzas”. Estas máquinas, a pesar de contravenir la ley de juegos prohibidos, funcionan a vista y paciencia de las autoridades respectivas. Se trata de aparatos que se mueven a electricidad , mediante la introducción de una moneda de veinte centavos y simulan las maniobras de dos equipos de football [sic.], que hacen sus pases y marcan sus puntos; o bien de unos pequeños bolos que según el impulso dado, merced a una manija accionada por el jugador caen en cavidades que marcan los tantos obtenidos. Estos aparatos, como se deducirá de esta somera descripción, se prestan a la formalización de las apuestas mutuas entre los individuos concurrentes a esos negocios”
La Calle:
Cutolo comenta en su libro que en el Censo de 1880 la calle Alegría no figura por no tener un trazado callejero dado que era tierra incógnita y muy precariamente poblada. En el Censo de 1887 figura como Conesa, luego se llamaría Alegría y luego Brandsen. Su designación final se hizo por Ordenanza del 23 de Julio de 1909 llamándose ahora Wenceslao Villafañe.
Razonablemente las fichas se habrían acuñado previamente al cambio de nombre de las calles de 1909 es por ello que se le asignan la fecha aproximada de (1908), aunque es común encontrar casos donde se le sigue haciendo referencia al nombre anterior en lugar de adoptar el nuevo nombre de la calle.
Por otro lado, todas las fichas hacen referencia a la dirección Alegría 184 y todos los avisos de la época, en los años 1907 y 1908, de Caras y Caretas a la dirección de Av. de Mayo 725. Para luego en 1913 donde la Guía Kraft publica la dirección de Wenceslao Villafañe 184 aclarando que era la otrora calle Alegría. Es posible que la empresa haya tenido ambas direcciones en simultáneo, siendo la de Av. de Mayo 725 más probable para oficinas administrativas y la de la calle Alegría como taller y depósito. Fuente: moviarg.web@gmail.com
3 comentarios en “Aitro, Catello (La Lechuza – Maquinas automáticas) (1868- ?)”
Excelente historia, muchas Gracias por compartir. Felicitaciones a quien corresponda.
Muchas gracias Marcela, saludos cordiales.
Gustavo Lopez
Gracias por la breve historia de mi bisabuelo! aún conservo una de las máquinas