Brignardello, Juan (act.1900-act.1943)

COFRE DE HIERRO FORJADO - c.1930

Pintor de La Boca, en 1914 integró junto a Agustín Riganelli, José Arato, Benito Quinquela Martín, Florencio Sturla y Juan Grillo una muestra colectiva del Salón de Recusados rechazados del Salón Nacional. Posteriormente integró el Grupo de Boedo, grupo literario que se constituyó, entre 1924 y 1929 en una vanguardia artística integral, en el que participaban plásticos, hombres de teatro como Leónidas Barletta, y algún músico como Juan Carlos Paz, Quinquela Martín, el pintor de un barrio. Concurrió a la Exposición de la Peña Pacha Camac de Boedo en el Banco Municipal en 1942 y 1943. Cuando se evoca la figura de Juan Brignardello, forjador y artista, las metáforas surgen variadas y expresivas. Soberbio forjador, patina el hierro admirablemente. El hierro habla en sus manos de artista, con ritmo de poema y hay en su espíritu la facultad de revivir la historia, cuando la fuerza de su brazo impulsa el certero golpe del martillo. Le vemos resucitando mundos. Más allá, el volcán de la fragua. Y frente a él, siguiendo el compás de los martillazos, una danza de brujas iluminadas de rojo, que cantan al forjador de su esfuerzo hoy casi anónimo. Silencioso y ceñudo sigue su trabajo. Bohemio, su vida es una sucesión de altibajos, desde el bienestar declarado hasta la medianía y la pobreza o viceversa, conoce todos los estados económicos. Lo enamora su realidad artística, de su creación va mostrando objetos: pulseras, candelabros, cofres, todo en hierro admirablemente forjado, y así llega a su tema favorito: la pátina. En la patinación, afirma con un convencimiento tan pleno, como desprovisto de mezquindad, “he conseguido lo que nadie ha hecho todavía en el país. Trabajo sobre modelos de yeso, de madera y hasta sobre modelos naturales”. Así se ven unos cardos que fueron naturales, convertidos por arte y ciencia de su magia en dos cardos de hierro, sin haber perdido una sola espina. En eso prosigue: “me he perfeccionado mucho, y hace tiempo vengo acariciando el proyecto de fundar una escuela en la que los escultores aprendan no solo a modelar su obra, sino también a terminarlas completamente, a fundirlas y a patinarlas como hacían antiguamente. Con González Castillo, un gran amigo mío, perseguimos mucho este fin, aunque la muerte se lo llevó demasiado pronto”. Maestro de toda una generación, en 1905 tenía una academia de la que surgieron muchachos hoy artistas maduros. Pintor y dibujante, se encuentran algunas de sus obras perdidas en algún rincón de su taller frente a las cuales pensamos en la extraordinaria riqueza de sus dotes naturales y en la disciplina de sus estudios. Dijo el artista: “mis conocimientos artísticos y mi dominio de la química me transformaron en lo que soy ahora. Alguien me ha llamado el ultimo bohemio, pero no. Me hacen muy viejo con esto y además, sé que hay muchos bohemios todavía”. Antes de dejar el taller nos acercamos a una pequeña cabeza de Moisés. “Esta cabeza, dijo, desapareció una vez de mi taller. Después de algún tiempo de inútiles averiguaciones, una persona me la trajo. Le pregunte al Moisés, que fue de ella durante su ausencia. Moisés no supo responder. Se ha convertido en uno de los tantos misterios que me rodean” Luis Grau en la página 36 de la Revista Caras y Caretas N°2097, Buenos Aires 19 de diciembre de 1938.

BRIGNARDELLA JUNA
Brignardello, Juan